Historia | 78 días para conocerte… 🥰🧋🧋

Cada noche, antes de dormir, Jonnathan revisa sus redes sociales para ver las novedades de sus amigos. Qué comieron, a dónde fueron o qué noticia relevante se encuentra en la red. Siempre desde su celular reaccionando a las historias, su teléfono es la única luz que se ve desde la ventana de su habitación.

Durante su travesía por la red, encuentra una imagen que llama su atención. Era la clásica fotografía de un lugar que ya había oído hablar de este, pero que nunca había asistido. Pensó durante varios minutos el preguntar por ese sitio, dado a que no conocía a la dueña de esa imagen, solo había visto de forma casual en algunas ocasiones, pero nunca habían dicho por lo menos ‘hola’. Al saludarle, en ese instante, la historia comenzó.

Ella, Marlene, una mujer joven, de estatura promedio, trabajadora y con la carga positiva, como se dice comúnmente. Con la primera interacción, Marlene tomó todas las precauciones con Jonnathan.

Durante 78 días hablaron. No había hora para iniciar o terminar una charla, los temas eran variados, desde comidas, trabajo, amistades que no tenían en común y hasta de los intentos fallidos en el amor. Ambos tenían sus caparazones, impenetrables.

Para encontrarse fue toda una odisea. Marlene no daba hora, lugar ni día, pero aseguraba que en cualquier momento sería, que estuviera preparado para salir al encuentro, porque ‘cita’ no sería. Cuando menos se esperaba, Marlene le dijo a Jonatan que lo esperaba en un café de la ciudad, céntrico, a las 12. Pero faltaban 20 minutos para esa hora.

Jonnathan empezó el ritual para dar una buena impresión. Empezó a afeitarse, el problema es que no tenía espejo, era su nueva casa y no había instalado todo, así que toma el celular con la cámara para verse, de pronto este cae al chorro de agua del lavamanos y lo peor, es que estaba conectado a la corriente eléctrica porque estaba por apagarse. Entra en shock y decide arrancar el celular del cargador, por el teléfono corría como fuente el agua, pensó se dañaría el aparato, sin embargo, logró secarlo rápido.

Sale corriendo. Al llegar al lugar indicado, voltea a su izquierda y ve sentada en una mesa a Marlene, ella se había adelantado para tomar un lugar que se sintiera cómoda, donde podría hasta correr de ser necesario. Por fin se verían, así que los nervios empezaron en ambos.

Él la saluda con naturalidad, como si se conocieran de mucho tiempo atrás, posiblemente por tener más de dos meses hablando. Ella sonríe mientras baja su mirada, sus cabellos caían en dos capas a sus lados, buscando evitar que se viera todo su rostro. No se escondía de nadie, pero sí buscaba no mostrarse completa ante Jonnathan.

La charla fue fluida, de todo un poco, hasta el lugar llegó un anciano con su guitarra y tal parecía que iba a cantar alguna canción para enamorados, pero no, solo se acercó para pedir ayuda. No había quien interrumpiera esa no cita. Los minutos pasaron al igual que decenas de automóviles por el drive thru del café.

Se terminaron su café frappé con nieve. Se notaba que disfrutaban el momento, solo que el reloj les recordaba que era tiempo de despedirse. Ella tenía que volver a casa con su hija, que la esperaba para salir a la plaza.

Los dos se levantaron. Se despidieron con un beso en la mejilla, sin importar que estemos en pandemia. Fue lento ese momento. Sonrieron. En Marlene su sonrisa es tan transparente, ese gesto que desea volverse a encontrar pronto. Para Jonnathan, muy de seguro, fue la segunda sonrisa más sincera que había visto, la primera era de su hijo.

Posiblemente juraron verse de nuevo, no sé si en otros 78 días. Espero verlos sentados en esa mesa, platicando, sonriendo y bromeando, poniéndose al día de sus asuntos. Ojalá se llamen Marlene y Jonnathan, sobre todo, que no se molesten por contar su historia. Feliz Día.

Esta historia forma parte de la edición semanal de ElDiarioMX S16