El alcalde: entre decisiones y sus ganas de trascender

El alcalde: entre decisiones y sus ganas de trascender

Isaac López | DMX

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Son las 5 de la mañana. El presidente despierta como habitualmente lo hace cada día. Se sienta en su cama, besa a su esposa e inicia a agradecer a Dios por un día más, se encomienda, es un hombre de fe.

Al concluir, toma su teléfono celular, por lo menos tiene más de 200 mensajes sin leer, entre peticiones, saludos de amistades y reportes de trabajo de los funcionarios municipales. Se da el tiempo de atender cada uno de ellos. Lee detenidamente y contesta.

Empieza a alistarse para su día, toma los soportes que le ayudan a caminar, esos que usa desde que fue sometido a una cirugía en su columna el pasado enero, que lo ha llevado a estar en cama y en una lenta recuperación. Si alguien sabe de tener paciencia en estos casos es él, se recuperó del cáncer dos veces hace algunos años y entiende que esto es de tiempo y cuidados.

Se traslada a la cocina para compartir con su familia el desayuno. Mientras está a la mesa busca tener un momento familiar, como ha acostumbrado desde hace casi 40 años de matrimonio, y al que ya era tradicional con sus padres y hermanos durante su juventud.

El desayuno, un plato con machaca y verduras, fríjoles y tortilla de harina, como buen sonorense, apenas lo toca, empiezan a entrar llamadas, mensajes y a tocar la puerta de su casa para entrevistarse con él, ya sea un regidor o funcionario. La sala de su hogar se ha convertido en el área de juntas de una presidencia con movilidad.

Escucha atento, reflexiona, se toma el tiempo para analizar y responder, muchas veces sus respuestas no son las esperadas y hasta molesta a algunos, pero, así es él, no se apresura a decir algo, porque sabe que, la mesura o prudencia, siempre ha destacado de su persona y que como alcalde no la debe perder.

Son las 9 de la mañana y se traslada a su oficina a Palacio Municipal. Va sentándose en su escritorio cuando sus asistentes lo reciben con una pila de hasta cien documentos por revisar y firmar. Cada uno de estos debe leer, meditar y hasta pedir más información antes de plasmar su rúbrica.

Revisa los reportes de los medios de comunicación, las quejas de los ciudadanos en las radios y en las redes sociales. Gira instrucciones a sus funcionarios para que atiendan las solicitudes, pide resultados inmediatos.

Empieza a atender a las personas citadas en su agenda. Los despacha sonriente. Llama sus funcionarios para revisar los avances en cada dependencia y tomar decisiones. Les dice firmemente que los resultados son la evaluación y su permanencia en el gabinete del Ayuntamiento. Algunos se ríen, lo toman como la broma presidencial del día, porque el alcalde es bonachón, amable, sincero y le gusta estar contento.

Después recorre dependencias para atender eventos importantes. Escucha de nuevo cada solicitud y se compromete a trabajar en ello para resolverlo lo antes posible. Sabe que el tiempo es corto, que han pasado ya once meses de su gestión y el proyecto que se ha planteado es ambicioso, urgente de aterrizarlo por el bien de Navojoa. Él lo entiende.

Regresa a su oficina y se toma unos minutos para meditar. Analiza cada decisión que ha tomado durante sus once meses de gobierno. Las decisiones, algunas de estas, no han sido populares. Han molestado a unos, pero también otros. Sin embargo, esto es así, las decisiones solo se pueden dar por acertadas con el transcurso del tiempo. Como dice una vieja frase: “tiempo al tiempo”. Apenas el tiempo podrá darle la razón al alcalde de sus decisiones, en muchas de ellas, donde ha tenido que despedir o “pedirle la bola” a funcionarios cercanos a él. Sabe que gobernar no es un asunto de un club de amigos, ni de quedar bien con alguien, porque en el municipio viven más de 180 mil habitantes y no solo unos cuantos. Por lo que sus decisiones deben ser encaminadas al bien general.

Él quería tener a sus amigos a su lado durante su gestión, no ha podido. Tuvo que hacer un equipo al que pudiera exigirle resultados y “darles las gracias” cuando sea necesario. Le ha costado tomar esas decisiones, no obstante, él las meditó y concluyó necesarias. Los cambios realizados han escandalizado, aun así, son comunes en cada administración y hasta en la iniciativa privada.

Hay algunos que piensan que pueden manipular sus acciones o hacerlo tomar alguna decisión para beneficiarse o favorecer a un grupo, pero no, el alcalde no se deja gobernar por nadie. Les ‘sigue el rollo’, como se dice, pero al final él tiene la última palabra. Es consciente de que, cada decisión que tome, será responsabilidad de él y que, al dejar la alcaldía, lo que haya hecho bien o mal, será reconocido o estigmatizado política y socialmente.

El alcalde no ocupa tener ese trabajo, aún así, quiso serlo para sentar un precedente de cómo hacerlas cosas desde una perspectiva administrativa, humana y empresarial. A once meses de su gestión, el alcalde ha valorado que los ajustes en el engranaje de la comuna son prioritarios. Necesita entrar con más fuerza a su segundo año de gobierno y tendrá que, agradecerles a algunos, que lo hayan acompañado en este tramo e invitar a otros a que se sumen a la estrategia.

Son las 6 de la tarde y el alcalde se dirige a su casa a comer de mediodía, sabiendo que en la sala ya hay personas que lo esperan para ser atendidas y concluir su labor alrededor de las 11 de la noche, como cada día desde antes de rendir protesta como presidente municipal de Navojoa.