Control... ¿Búsqueda de equilibrio?

Control... ¿Búsqueda de equilibrio?

Es un gusto poder saludarlos nuevamente por este medio, cada semana compartiremos un pequeño momento para reflexionar juntos respecto a lo que nos sucede cada día.

Es común que al iniciar un nuevo año lleno de propósitos, iniciemos además de acompañados de entusiasmo, con un estrés por alcanzar eso que anhelamos. El estrés puede ser algo por temporadas, debido al exceso de trabajo que se tiene que entregar con ciertas fechas límites, problemas extraordinarios como alguna enfermedad de alguien de nuestra familia, entre otros.

Sin embargo hay personas que en lugar de que el estrés sea algo pasajero y extraordinario, se convierte en un estado permanente y constante. Además no abarca una sola área de nuestra vida, sino que, es algo que se vive en el trabajo, con nuestra familia, en las relaciones de pareja y con los hijos.

Lo anterior tiene que ver fuertemente con una forma de de abordar lo que nos sucede y a eso tradicionalmente se le llama “el deseo de querer tener siempre el control”.

Veamos la siguiente situación. Imagina a una mujer que planea salir con su pareja, toda la atención de ella se encuentra en esa cita. Ella imagina qué se va a poner, cómo se va a peinar, qué accesorios van a combinar mejor con lo que lleva puesto. Todo está visualizado a la perfección y llega el momento esperado, la pareja llega a recoger a la amada para la tan esperada velada. Durante el camino a ambos se les antoja comprar una bebida y se le van tomando en el carro y ante un descuido, ella derrama un poco del líquido en su vestido. ¡Todo se ha echado a perder! Se molesta con ella misma por el descuido y además porque ya la velada empezó mal. Se pone de muy mal humor y lo que parecía ser la noche perfecta ya no lo es, ya no puede seguir disfrutando la cita.

Como puedes darte cuenta, hay un marcado deseo de querer tener el control todo el tiempo, que las cosas sucedan tal y como las tenemos previstas, ya que de lo contrario, nos molestamos y nos irritamos con extrema facilidad además de que la intensidad de dicho enojo es muy grande.

El querer tener el control, básicamente tiene que ver con el deseo que las expectativas personales en cualquier ámbito se  cumplan y esto en sí mismo no podemos considerarlo como algo malo, sin embargo el problema se da cuando existe muy poca tolerancia a la frustración. La frustración se da precisamente cuando aquello que esperamos no se da de la forma en que queríamos, puede ser que definitivamente eso no se dé, simplemente se demore o se presenten cambios respecto a ello y esto, puede presentarse en lo familiar, en lo laboral y con amistades.

Muchas personas tienen la capacidad de adaptación, es decir, si algo de lo que esperan no sucede tal y como lo visualizaban pueden seguir disfrutando la situación. En el ejemplo que relatamos, la joven ya no puede disfrutar  la velada porque su vestido se ha manchado. Está, pero a la vez no está, se encuentra con la firme creencia que si algo en sus planes cambia, nada de lo que planeó se dará. En este sentido el plan se vuelve un fin en sí mismo, no un medio para un fin, es decir, si piensas salir a cenar con alguien y en el momento sale la oportunidad de ir a una fiesta, ¿es algo verdaderamente terrible ese cambio? Para muchos sí lo es, pero en vez de disfrutar los momentos que se viven, el centro está en el cumplimiento del plan, para que se pueda tener tranquilidad.

Es necesario entender que es muy importante tener expectativas y planes, sin embargo, de lo que se trata es de poder disfrutar la realización de dichas actividades teniendo en cuenta que son un medio para un fin y no un fin en sí mismo.

Si deseas contactarte conmigo, puedes hacerlo en la siguiente cuenta de Facebook “Psicólogo Fernando Reyes” y recuerda, siempre busca el bienestar en tu vida. Hasta pronto.

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